Buscando una solución al enigma. La
esfinge
Buenaventura Hernández Sanahuja y el sepulcro egipcio
-COMISIÓN DE ANTIGÜEDADES (José Remesal,
Antonio Aguilera y Lluís Pons)-
Índice:
Antecedentes
época y contexto del yacimiento.
Buscando
una solución al enigma.
(Extractado del catálogo de la
Comisión de Antigüedades de
En 1790 comenzaron las obras para reconstruir
el puerto de Tarragona. Eran imprescindibles para poder mantener su
recuperado derecho de aduana (1.761 -Esquilache-, ampliado a América y el
extranjero en 1.800). Al mismo tiempo, aplicando las ideas de
Para las obras de construcción de la escollera y los muelles del
puerto se utilizó como material la piedra sacada de una cantera a cielo abierto
creada en la zona suroccidental de la colina sobre la que se asienta la ciudad
de Tarragona.
Como mano de obra se emplearon presidiarios, trabajando desde 1.800 un promedio
de medio millar de los mismos.
La explotación de la cantera, en
todos los sentidos, pues se empleó pólvora también, consistió en el rebaje a mano de la capa superior de tierra
a cargo de los penados y el barrenado posterior de la piedra, cuando ésta
quedaba a
Durante casi un siglo con dicha
explotación se expolió de tal manera la zona que se estima que tan sólo un 10%
pudo ser recuperado, la riqueza
arqueológica que allí se atesoraba en su mayor parte fue a parar al fondo del
mar como “relleno” del puerto. Y sin embargo, esta pobre cuota permitió crear colecciones, sobre todo
con material de época romana, a muchos particulares ilustrados y, extranjeros,
lo que puede darnos una idea de la inmensa riqueza existente en aquel lugar.
La falta de una eficaz vigilancia “anticuaria” -que todos se tomaban a
chacota- permitió establecer un mercado
en el que tanto los presos como los empleados de la obra negociaban y se
enriquecían con los hallazgos -el que lo encuentra se lo queda era la idea
imperante-. Nada nuevo bajo el sol, pues todo ello sucedía a pesar de lo
legislado, en particular bajo el reinado de Carlos IV, en que se promulgó el
que ha sido considerado el primer intento de institucionalizar la conservación
de monumentos en España:
Fue en aquellos tiempos cuando
Vicente Roig y Torné (conocido como Vicentó,
escultor y arquitecto, autor de
Cuenta Hernández: “En una de estas visitas [a la Cantera
del Puerto], pues, fuimos testigos de uno
de aquellos actos que hemos deplorado antes, y que nos llenó de vergüenza e
indignación. Uno de los rudos presidiarios encontró una linda estatuita de
bronce, bien conservada y de excelente escultura, que representaba una
divinidad, la cual vendió por seis cuartos para cigarros a uno de los capataces
del presidio; este la vendió a otro de los sobrestantes de las obras por seis
pesetas, y este a su vez hizo tratos con uno de los aficionados, a lo que
parece estragero, que ofrecía cindo duros de los seis que el empleado de las
obras pedía. A vista de este tráfico escandaloso, y sabiendo que en el museo no
existía ningún resto de este género, dimos conocimiento al Presidente á la vez
de la Comisión de Monumentos y de la Sociedad arqueológica, y este dispuso por
el secretario de la Comisión se dirigiera al Sr. Ingeniero, director de las
obras del puerto, D. Víctor Martí, dándole cuenta de lo que sucedía y
reclamándole el resto para el museo, lo que hizo de viva voz. El ingeniero
mandó llamar a su presencia al sobrestante, obligándole a entregar la figura de
bronce, a lo que se resistió éste y con descaro manifestó, movido por el
interés, que cualquier cosa que salía en las excavaciones pertenecía libremente
al que la encontraba, pudiendo hacer de ello lo que bien le pareciese,
costumbre, añadió, que venía practicándose desde que comenzó la explotación de
la cantera del puerto. Esta resistencia del subalterno, y su procede,
costumbre, añadió, que venía practicándose desde que comenzó la explotación de
la cantera del puerta. Esta resistencia del subalterno, y su proceder tan
irrespetuoso, irritó de tal suerte al Jefe que inmediatamente lo despidió de
las obras, entregando el precioso objeto recobrado al museo arqueológico”.
B. HERNÁNDEZ SANAHUJA, Capítulo preliminar, Excavaciones
de Tarragona, [1884], 21-22 (Archivo de
Un ejemplo muy conocido es el
protagonizado por B. Hernández Sanahuja con uno de los sepulcros reales del
Monasterio de Poblet. El Inspector de Antigüedades lo trasladó con un carro y
dos mozos de cuerda a Tarragona, temeroso de que sufriera daños si continuaba
en aquél lugar. En una carta suya de
-Una de las penalidades de la arqueología es reconocer que
el único que puede dar fe de lo que había en un lugar, es quien lo ha destruido
al excavarlo. Aunia ;)-
Y este es uno más de estos casos.
En aras del sistema científico hemos de poner todo descubrimiento bajo la lupa
de la razón y, comprobar todas las posibilidades. En su momento así se efectuó
por parte de variadas autoridades, con resultado dispar, también se reexaminó
la cuestión a lo largo del tiempo.
Haremos un breve repaso.
9-3-1850. Descubrimiento
del sarcófago por D. Juan Fernández de Velasco (único testigo presencial
del hallazgo realizado por los presidiarios)
10-5-1851. Sanahuja envía primer informe manuscrito, de 95 páginas. En junio aparecen nuevos
restos en la Cantera, “de tipo egipcio”. Se inicia una investigación a
instancia de
22-6-1852. R.O.
obliga a depositar en el Museo Arqueológico todos los objetos encontrados en la
Cantera del Puerto. El ministro de la
Gobernación, por R.O., decide conceder permiso a Sanahuja para excavar en la
Cantera del Puerto, reiterado por Gracia y Justicia el 4-8-1852.
1853.
1854 y fin 1853.
Tras el informe de D. Antonio Delgado se nombra a Buenaventura Inspector de
Antigüedades de Cataluña y Valencia. Ejercerá dicho cargo hasta 1873 (veinte años
pues), cuando se suprime su cargo y él ingresa como oficial en el cuerpo
facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios.
1854. La Dirección
de Obras del Puerto muestra poco interés en colaborar, no informa a Sanahuja de
los sectores y fechas de los desmontes, así podría anticiparse y excavar antes
de que se proceda a la extracción de la piedra.
1855. Hernández
Sanahuja sale al paso de las críticas con la “interpretación” definitiva del
significado del sarcófago y sus inscripciones. (Resumen histórico-crítico de la ciudad de Tarragona desde su fundación
hasta la época romana...)
1870. Ante la
avalancha de críticas sobre la veracidad del hallazgo, intenta rehabilitar la
tumba cambiando algunas de sus ideas al respecto (Un manuscrito de D. Buenaventura Hernández Sanahuja). Rectifica,
con un “auto de fé”, pues quema todos los ejemplares de su obra que encuentra,
avalando el descubrimiento y lanza al mar todos los fragmentos que se
encontraban en Tarragona. Sólo se conservan los fragmentos enviados a Madrid.
Qué opinan los expertos.
1854. Comienza la discusión acerca de su autenticidad (Modesto Lafuente o
Esteban Paluzie), también sobre su significado
y cronología (el barón de Minutoli,
Heinrich Brugsch, Ross).
1855. Tras el informe de la Academia de Berlín, se retira la
edición de la láminas dedicadas al sarcófago, al reputarse como falso egipcio.
Hübner,
en 1862, definitivamente los considera una falsificación.
Los fragmentos enviados a Madrid
fueron estudiados por Eduardo Toda,
egiptólogo, que también los descartó como egipcios.
A.M. Gibert
(Tarragona Prehistórica y Protohistórica, Barcelona 1909) duda también, acepta
puede tratarse de una tumba fenicia. Coincide Frotingham con su opinión (The American
Journal of Archaelogy, 1916)
Tras 150 años y un montón de
opiniones expertas como pueden ver el resultado es demoledor: no es egipcio, a lo sumo fenicio. ¿Quién se atreverá a
desenredar el ovillo? Quedan, al menos, dos fragmentos sobre los que se podrían
intentar análisis de todo tipo, pero quien va a poner interés y dinero en
investigar algo que es “tan falso”.
Entretanto nos queda buscar un
contexto donde sí pueda encuadrarse el hallazgo, sobre todo si el mismo es
anterior a la época que se le supone. ¿Porqué? Pues porque en su momento se
aplicó la “moderna” técnica estratigráfica, tan imprescindible hoy en día, que
permite hacernos una idea de su antigüedad. Un abismo se abre ante nosotros
pues ¿como van a existir los egipcios en Iberia, antes que en Egipto? Y sin
embargo... la Esfinge nos observa mientras sigue con su “sonrisa”. Una esfinge
que tiene antecedentes en cuevas prehistóricas de toda nuestra península, y en
escultura, con una antigüedad “heladora” por lo glacial...