Pruebas históricas inéditas en relación con el origen de ESPAÑA,

que demuestran la INEXISTENCIA de una entidad nacional denominada CATALUÑA

Jorge Mª Ribero-Meneses

Índice:

Preámbulo: 1

1. Concepto de Nación: 2

2. La primera Hispania o Iberia: 3

3. El origen del nombre de Cataluña: 4

4. El origen del nombre de Castilla: 6

5. Castellanos desde hace más de dos mil años: 7

6. Castilla en la toponimia catalana: 9

7. La lengua catalana: 10

8. Consideración final y apostilla: 11

9. Respecto a la objetividad de este escrito: 11

10. Una Cataluña que hemos de salvar. Josep Tarradellas. 13

 

Preámbulo: inicio

 

En la ceremonia de confusión que se está oficiando al hilo de la reforma del Estatut de Cataluña y en relación con el reconocimiento en el mismo del carácter nacional de esta región española, se viene prestando más atención a las pasiones y a los sentimientos que a la Ciencia, echándose de menos el que por ambas partes -quienes están a favor o en contra de que se incluya el término nación en el nuevo texto estatutario-, se aporten los fundamentos históricos que permitan acreditar y, por ende, dar fuerza legal a una u otra opción. Porque cae por su propio peso que la legislación de un país no puede cimentarse sobre los sentimientos, las pasiones o, lo que aún es peor, sobre las componendas políticas. En casos como el que nos ocupa, sólo la razón de la Historia, apoyada en documentos objetivos que están al alcance de todos, puede determinar si la región catalana reúne o no las condiciones necesarias para ser reconocida como nación. Si las reúne, debería otorgarse ese reconocimiento y si no las reúne, deberá negársele, digan lo que digan las Instituciones catalanas. Porque no puede construirse un país sobre sentimientos e intereses coyunturales y a despecho de la verdad histórica, cuando en el caso de territorios como España puede reconocerse y documentarse una identidad nacional desde hace no siglos sino milenios.

 

Hasta la redacción del presente documento, elevado a las más altas instancias jurídicas, institucionales y políticas de nuestro país, el asunto de la identidad nacional de Cataluña podía ser una materia opinable y, por ende, susceptible de ser negociado y pactado por las distintas fuerzas políticas. Sin embargo, a partir de la redacción de estas páginas y del conocimiento de las pruebas históricas y filológicas, inéditas, que reúne y aporta, el debate que se ha suscitado pierde todo su sentido. Porque a la hora de legislar, son las pruebas y no las opiniones o las pasiones las que deben tener siempre la última palabra y porque una vez que se han aportado pruebas objetivas, léase científicas, la Ley debe apoyarse en ellas por encima de cualquier otra razón o consideración. De donde se infiere que quien legislara haciendo oídos sordos de la verdad histórica sobre esta materia y atendiendo a otras razones de índole coyuntural y de conveniencia política, estaría incurriendo en un delito de prevaricación. Porque en un Estado de Derecho, una vez se conoce y se demuestra la verdad sobre una cosa, sólo cabe la opción de respetarla y de ajustarse a ella.

 

1. Concepto de Nación: inicio

 

El valor que tradicionalmente se ha dado al término nación, hace referencia a un territorio claramente definido, que posee una personalidad e historia propias, perfectamente diferenciadas, por lo demás, de las de los territorios que le circundan. Tal es el concepto básico y genérico de nación, aplicado desde épocas relativamente remotas a aquellos países del Occidente de Europa que poseen una personalidad geográfica más acusada. Y de ahí el que, con independencia de que existiesen lenguas diferentes en ellas, ya desde las más remotas cartas geográficas que han llegado hasta nosotros, vemos cómo se otorga un nombre común a territorios como la Península Ibérica, conocida entre otros nombres con los de HISPANIA e HIBERIA..., la isla de Irlanda, conocida con este nombre y con el de HIBERNIA..., la isla de Britania o ALBANIA = ALBIÓN..., Francia, denominada AFRANZIA o GALLIA... o, al Este de ella, la actual Alemania, conocida antaño como ALBANIA MAGNA.

 

En todos esos territorios que acabo de enumerar, existen o han existido numerosas lenguas o dialectos distintos, sin que a nadie se le haya ocurrido jamás el despropósito de reconocer como naciones propiamente dichas a cada uno de los pueblos que hablaban esas lenguas, por lo común estrechamente emparentadas entre sí y dimanadas todas de un tronco común cuyas raíces se hunden en la Pre y Protohistoria.

 

La definición que el Diccionario de la Real Academia Española ofrece del término nación es, pues, si no falsa, sí profundamente inexacta e incompleta:

 

1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno

2. [f.]Territorio de ese mismo país

4. [f.]Conjunto de personas de un mismo origen étnico y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común

 

NO SON LAS LENGUAS SINO LOS TERRITORIOS -LÉASE, LA GEOGRAFÍA- LOS QUE HAN DETERMINADO EL NACIMIENTO DE LAS MÁS ANTIGUAS NACIONES DEL MUNDO, resultando un hecho incontestable que, en el caso concreto de la Península Ibérica, los dos nombres con los que ha sido conocida desde tiempos inmemoriales han sido los de HISPANIA = ESPAÑA e HIBERIA = IBERIA. Son éstos los nombres a los que ha respondido la vieja Hiberia y, salvo en el caso de sus naturales, nadie ha sabido allende, hasta hace cuatro días, que algunas áreas de ese territorio responden a los nombres de CASTILLA, LEÓN, CATALUÑA...

 

2. La primera Hispania o Iberia: inicio

 

La auténtica epidemia de nacionalismos regionales que padece Europa desde hace varios siglos, tiene su origen en el disparatado principio de que las naciones europeas se han forjado en el decurso de los últimos siglos, siendo las más antiguas aquellas que nacieron a lo largo de la Edad Media, hijas de las demarcaciones territoriales supuestamente establecidas por el Imperio Romano. Un auténtico dislate que ha sido acuñado por varias generaciones de historiadores absolutamente ignorantes respecto a la forma como se produjo el nacimiento de Europa, hace muchos miles de años de ello y cuando la modernísima Roma, que a duras penas alcanza los 2500 años de antigüedad, estaba muy lejos aún de haber visto la luz.

 

Los sentimientos nacionalistas surgidos en Europa a lo largo de los últimos siglos son pues, todos ellos, fruto exclusivo de la colosal ignorancia que existe respecto al pasado de Europa, siendo el nacionalismo irlandés el único que tiene fundamento histórico y que hunde sus raíces en épocas verdaderamente remotas. Pues ya desde su colonización hace en torno a 10.000 años, a raíz de la retirada de los hielos polares, la isla de Hibernia o Irlanda ha tenido una historia propia, claramente diferenciada de la de la isla vecina de Albania = Albión = Britania. Todos los demás nacionalismos son adventicios, porque incluso en el caso de Córcega o Cerdeña, su devenir histórico -como sucede con las Baleares- ha estado siempre estrechamente relacionado con el de las naciones próximas a ellas, ya se trate de Francia, de Italia o de la propia España.

 

Por lo que a Cataluña se refiere, resulta delirante atribuirle una identidad nacional propiamente dicha, ajena a la del resto de España, cuando ya el geógrafo griego Estrabón dejó escritos hace dos milenios textos como el que sigue:

 

Ahora se llama más peculiarmente IBERIA la que termina el Pyreneo, tomando sólo por HISPANIA, la que está contenida dentro del Ebro. A los primeros los llamaban Igletas, agricultores de una pequeña región, como dice Asklepiades Myrleano

 

¿Dice algo Estrabón de Cataluña? Ni una palabra. Y como él, ninguno de los historiadores antiguos. ¿En qué niveles, pues, de ignorancia histórica se mueven aquellos Catalanes que, en su reivindicación de la nacionalidad catalana, llegan al extremo aberrante de considerar a Cataluña como una entidad geográfica que siempre ha sido ajena e independiente del resto de las regiones ibéricas?

 

Más flagrante todavía es el testimonio del Chronicón Alexandrino, cuando al referirse a los pueblos que configuran la vieja Hispania, nos dice que los primeros pobladores de ésta, originarios del NORTE DE ESPAÑA, respondieron, indistintamente, a estos cuatro gentilicios:

 

Hispanos = Tyrtenos = Tyranos = Tarragones o Tarracones

 

Obsérvese, no solamente son Hispanos los Catalanes, sino que el propio nombre de una de las capitales catalanas, Tarragona, reproduce uno de los más antiguos nombres de la más vieja Hispania de la cuenca alta del río Hebro = Ebro. Por eso Roma, retomando y dando por buena esta antiquísima articulación del territorio más genuinamente hibérico, denominó TARRACONENSE a una región que, comprendiendo la totalidad de Cataluña, tenía su origen justamente en aquel territorio en el que había estado situada la primera Hazpania = Hezpaña = Hispania, topónimo este de incuestionable cuño EUSKÉRICO, cuya etimología he desentrañado en varias de mi obras. Esa tierra matriz de los Tarragones, Hispanos, Tyrtenos o Tyranos, no es otra que la región de las FUENTES DEL RÍO HEBRO.

 

Porque las cosas han sucedido como vengo afirmando y probando, nos encontramos en la provincia de Segovia con una población, muy antigua e importante, denominada TURÉGANO, cuyo parentesco con la antigua Tarragonia se comenta por sí solo. Por lo mismo que en la linde de las provincias de Valladolid y Palencia, siempre en el seno de la antigua Tarraconense, nos encontramos con el triángulo formado por la población de TARIEGO, por el monte TORREJÓN y por la comarca de los Montes TOROZOS. Topónimos que en el entorno de las Fuentes del Ebro adoptan formas tales como TARAZANO, TARRUEZA, TORIZES, TORANZO...

 

Por lo que se refiere a ese otro gentilicio que el Chronicón Alexandrino documenta como sinónimo de Hispano, TYRANOS, entronca con todos los TURIENO, TORINA, TORÍN, TIRO... de Cantabria, así como con otros ríos de la España septentrional, tales como el TIRÓN, TERA, TORÍO, TURIA o... TORIO > DORIO > Duero, epónimo, por razones obvias, de las poblaciones ribereñas de TORO y TOR-desillas. El geógrafo Estrabón avala al Chronicón Alexandrino al documentar que los antiguos Keltíberos -léase, los Castellano-Aragoneses de la cuenca de los ríos Ebro y Duero-, respondieron originariamente al nombre de TYRIOS.

 

En cuanto a los TYRTENOS también documentados en ese precioso registro histórico, vuelven a remitirnos a la España septentrional, a la antigua Tarraconense, a través de gentilicios como el de los Celtíberos TYRTIOS o de topónimos del Alto Ebro tales como TURZA, TIRSO, TRICIO, TRITUEZES o... TARTALÉS, nombre de un macizo montañoso bañado por las aguas de dicho río. Río que, con toda coherencia, tiene su desembocadura en Cataluña, junto a TORTOSA. Sólo en una pequeña comarca del Norte de Cataluña nos encontramos con todos estos topónimos, emparentados con los Tyrtenos:

 

Tortellá  -  Tortadés  -  Vila Torta  -  Tar(t)adell  -  Sant Julià de Torts  -  Riu Ri-Tort (en las fuentes del río Tart  >  Ter)...

 

Esta sucinta exposición histórico-geográfica, no sólo acredita el rigor absoluto de esa crucial información sobre el origen de España recogida en el Chronicón Alexandrino y desconocida por todos los historiadores contemporáneos, sino que prueba LA IDENTIDAD DE RAÍCES DE TODAS LAS REGIONES DEL NORTE DE ESPAÑA, INCLUIDA LA PROPIA CATALUÑA que, por otra parte, ha sido una de las que más fielmente ha conservado, en todos los órdenes, la impronta de su filiación y ascendencia neta y nítidamente CANTÁBRICA, ESPAÑOLA e IBÉRICA.

 

3. El origen del nombre de Cataluña: inicio

 

Santander, Enero 2006

 

 

 

 

 

 

 

10. Una Cataluña que hemos de salvar. Josep Tarradellas. inicio

(15.3.1978)

 

Apreciado señor Ribero:

 

La imposibilidad de asistir a la presentación de su libro “Una Cataluña que hemos de salvar” no se debe, en modo alguno, a una falta de aprecio por mi parte hacia su obra y la gran tarea que está usted llevando a cabo para la recuperación de la cultura catalana.

 

Su obra, fruto del amor de un castellano por nuestra cultura, es digna de aplauso y encomio. Le ruego que persevere en su lucha por la armonía entre todas las culturas de España, en la seguridad de que lo hace por una noble causa y con la gratitud de todos aquellos que además de amar a Cataluña, amamos también a España.

 

Reciba mi sincera estima y mis más cordiales saludos.

 

Josep Tarradellas.

President de la Generalitat de Catalunya.

 

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