Polémica inútil con el escudo de Aragón.

 

NO SON CABEZAS DE MOROS

 

 

La Fundación de Occidente, cuyo principal objetivo es el de rehabilitar la historia perdida de la Península Ibérica y de Europa, deplora que el enorme desconocimiento que hoy existe en relación con el pasado remoto de España, haya conducido al despropósito de pretender eliminar del escudo de Aragón las cuatro cabezas que en él aparecen reproducidas, so pretexto de que la tradición establece que se trata de cabezas de moros.

 

Esas cabezas que hoy pretende eliminarse, ornaban ya los escudos de Aragón y de multitud de lugares de España, mucho antes de que se produjera la invasión sarracena. Porque lejos de representar lo que a lo largo de la incultísima Edad Media quiso interpretarse, lo que esas cabezas reproducen son las efigies de los primeros monarcas míticos de España, reyes cuyo número acostumbra a oscilar entre dos y trece, siendo los guarismos más frecuentes el tres, el cinco, el siete y el diez. Y de ahí que en la antigua Castella Brigia de los valles altos del río Ebro, menudeen los escudos y las arquerías románicas en los que ese primer linaje regio aparece destacadamente reproducido. Como sucede en la ciudad de Bribiesca, cuyo escudo aparece configurado, exclusivamente, por tres cabezas. Lo que no es óbice para que en otras versiones de ese mismo escudo, su número se eleve hasta cinco. Y en una población cercana de los vecinos Montes Obarenes, son diez las cabezas que vemos reproducidas en otro soberbio escudo.

 

El afán por interpretar la más antigua heráldica ibérica, ha inducido a muchas poblaciones o regiones de España a establecer variantes en su simbología originaria. Es así como lo que antaño fue representado evocando a los primeros monarcas de Iberia, dio en interpretarse como cabezas cercenadas a los moros. Todo ello como consecuencia de la ignorancia respecto a la más remota y mitología ibéricas. Sin embargo y significativamente, los escudos más antiguos que han llegado hasta nosotros, se muestran fieles a la tradición originaria, presentando monarcas cristianos convencionales. Los mismos que podemos encontrar en iglesias románicas como las burgalesas de Butrera y de San Pantaleón de Losa, ambas en el Alto Ebro, en las que encontramos a los Diez Reyes Primigenios decorando sendas hermosas ventanas abocinadas y sin que se aprecie en ellos el menor atisbo de arabismo o de filiación mora.

 

En coherencia con cuanto antecede y por habérseles atribuido una enorme antigüedad, muchos de los rostros de los Monarcas que descubrimos en la más vetusta heráldica ibérica, muestran unas facciones primitivísimas, con formas craneales, en algunos casos, que hoy identificaríamos más con el homo erectus que con el homo sapiens.

 

Por último y para zanjar para siempre este nuevo amago de atentado contra el Patrimonio Tradicional Ibérico, la Fundación de Occidente presenta como prueba del rigor de cuanto antecede, una antigua versión de la bandera de Aragón en las que no son moros sino reyes cristianos convencionales los que en ella aparecen reproducidos. Véase el grabado anexo.

 

 

 

En éste como en otros episodios similares que periódicamente se reproducen, la Fundación de Occidente suplica de los poderes públicos el máximo respeto hacia nuestro legado tradicional, así como el mayor celo en su conservación, sustituyendo la frecuente inclinación a modificar o suprimir ese legado, por un afán hasta la fecha inexistente por profundizar en sus raíces y conocer, por ende, su verdadero origen y significado.