COMIENZO DEL CUATERNARIO. 

 

(Antón Uriarte. Historia del Clima de la Tierra. Base de datos de Climatología y Geología.)

Sucesión de acontecimientos cálidos y fríos a lo largo del Cenozoico (últimos 60 millones de años) deducidos de la evolución de la ratio de los isótopos del oxígeno (18O/16O) en los foraminíferos fósiles del fondo de los mares

 

El comienzo del Cuaternario se ha fijado, por convención y tras una larga polémica entre los especialistas, en torno a 1,8 millones de años atrás (según los límites empleados va de 2 a 4 m.a). En el Congreso de la Asociación Internacional para el estudio del Cuaternario (INQUA) que tuvo lugar en Christchurch (Nueva Zelanda) en 1973, se acordó adoptar un límite convencional para lo que se buscó un acontecimiento que pudiera tener validez universal, eligiéndose como límite inferior del Cuaternario el comienzo del momento de polaridad positiva del campo magnético terrestre[p1]  denominado Olduvai datado por diversos métodos en 1,82-1,60 millones de años. Esta época parece coincidir con la aparición de Hyalina baltica en el estrato-tipo del Calabriense en la Castella (Calabria), pero no es seguro que la aparición de este foraminífero en otros depósitos marinos represente el mismo momento, por lo que no se puede aceptar su aparición como un indicador universal del comienzo de este período.

 

En realidad, esta fecha no implica cambios demasiado marcados respecto a la época inmediatamente anterior, ya que los fenómenos que definen a este período (el enfriamiento y la variación de especies) son procesos largos que habían comenzado bastante antes de esa fecha. El enfriamiento es el fenómeno más importante desde el punto de vista geológico y es la “causa” de la variación de las especies.

 

         En las últimas décadas del siglo XX se investigaron las variaciones de temperatura en los depósitos acumulados en los fondos marinos, que reflejan bastante fielmente las condiciones climáticas de cada época. A partir de ellos se establecieron unas veinte grandes oscilaciones cálido-frío en los últimos 700.000 años; la última oscilación se habría producido hace poco más de 10.000 años.

 

(Antón Uriarte. Historia del Clima de la Tierra. Base de datos de Climatología y Geología.)

Glaciaciones cuaternarias. Ciclos glaciales en el último millón de años según el análisis isotópico del oxígeno de los foraminíferos (proyecto SPECMAP). Se señalan también los estadios isotópicos marinos (mis). En los interglaciares cálidos disminuye la ratio isotópica del oxígeno-18 en el agua del mar y en las conchas de los foraminíferos (nótese que la escala vertical está invertida). En las glaciaciones aumenta.

 

Pese a las críticas contra el esquema, acaso y más que nada como referencia aceptable, se ha acordado distribuir en tres grandes etapas las cinco glaciaciones comúnmente reconocidas:

 

-         El cuaternario antiguo o pleistoceno inferior, en el villafranquiense medio y superior: comprende la glaciación de Donau (circa 2,1 a 1,7 millones de años), el interglaciar Donau-Günz y la glaciación Günz (1,2 a 0,7 millones de años).

 

-         El cuaternario o pleistoceno medio, que se inicia con el comienzo del interglaciar Günz-Mindel (o cromeriense) [700.000 a 650.000 años BP] y abarca las glaciaciones de Mindel (650.000-350.000 BP) y de Riss (300.000-120.000 BP) con su interglaciar.

 

-         El cuaternario reciente (pleistoceno superior más holoceno), iniciado hace unos 120.000 años: se desarrolla en el interglaciar Riss-Würn, en la glaciación de Würn (80.000-10.000 BP) y en el posglaciar (holoceno) en el que ahora nos encontramos.

 

(Antón Uriarte. Historia del Clima de la Tierra. Base de datos de Climatología y Geología.)

Detalle del último ciclo glacial según la temperatura del agua superficial en el Pacífico Ecuatorial Occidental estimada a partir del análisis Mg/Ca de los foraminíferos planctónicos.

 

 

(Antón Uriarte. Historia del Clima de la Tierra. Base de datos de Climatología y Geología.)

Detalle del último ciclo glacial según la temperatura de verano del agua superficial en el Atlántico a 53 ºN, estimada a partir de los foraminíferos planctónicos. Se señalan los estadios isotópicos marinos (mis) y el último máximo glacial.

 

         Durante las glaciaciones, en las zonas ecuatoriales la variación fue relativamente pequeña: hasta 4 grados menos. En las regiones de latitud media, como Europa, las temperaturas se situaron entre 5 y 15 grados por debajo de la media actual. Durante los períodos interglaciares el clima fue similar al que existe hoy en día, incluso más cálido.

 

         En el momento álgido de la última glaciación, el nivel del mar llegó a estar 120 metros por debajo de lo que está en la actualidad. Sin embargo, en cuanto al posible puente terrestre en el Estrecho de Gibraltar, el que la fauna y la flora norteafricana sean muy diferentes de la ibérica, aboga a favor de la falta de comunicación terrestre entre ambas regiones desde antiguo. Además, según geógrafos y geólogos, desde la crisis del messiniense, a finales del Mioceno, el estrecho de Gibraltar no se ha cerrado nunca y por tanto no ha podido ser atravesado, por lo que numerosos científicos ni se lo plantean a la hora de elaborar sus hipótesis, teorías que, sin duda, se derrumbarían si los estudiosos de la Tierra cambiaran de opinión al respecto.

 

Otro ejemplo que apunta a dicho aislamiento: estudios genéticos de la población europea y norteafricana indican que las diferencias entre magrebíes e ibéricos son extremadamente acusadas. Es más, se ha calculado que un 7% de los cromosomas Y de la Península Ibérica puede ser de origen norteafricano, con un máximo del 14% en Andalucía (se explicaría por las invasiones árabes). A la inversa, el aporte ibérico al norte de África se estima en un 5%. Abundando en el mismo tema la arabización del Magreb no conllevó un aporte genético sustancial proveniente del Medio Oriente, o sea, se produjo una “culturización” sin grandes movimientos humanos.

 

Al respecto de las “mezclas poblacionales”, la opinión del historiador y escritor Antonio García Bellido: “Los pueblos invasores –no debe olvidarse este axioma- suelen ser, con respecto a los invadidos, una minoría racial constituida, principalmente, por hombres sin hembras que se instalan, como señores, en las capas superiores de la administración, de la milicia y del gobierno, constituyendo una aristocracia regente que imponen sus usos, costumbres, religión y a veces también su lengua, a la capa dominada, mucho más densa. Tal imposición es sólo superficial, anecdótica, sin que afecte sustancialmente al contenido sanguíneo o racial de la capa inferior dominada. Este fondo racial incontaminado étnicamente hablando, suele absorber y digerir a la postre a los dominadores que, por ser numéricamente y racialmente más débiles, dejan a la larga de existir como unidad étnica pura e independiente. Desde un punto de vista genético, en estos casos la aristocracia dominadora está ya formada en su segunda generación de elementos mixtos, productos de alianzas sanguíneas con mujeres indígenas, generalmente oriundas de la aristocracia preexistente por ellos sojuzgada. Las capas inferiores continúan siento étnica, cultural y lingüísticamente consideradas, las mismas que antes eran, sin alteraciones sustanciales”.

 

        

 


 [p1]El campo magnético terrestre ha conocido épocas en las que su orientación era similar a la actual y otras en las cuales dicha orientación era aproximadamente inversa. A las primeras se las considera convencionalmente como de polaridad positiva y, negativa a estas últimas.